Durante el siglo 19, las observaciones de las posiciones de
Urano se notaban en discrepancia con las efemérides predichas. Dos matemáticos,
un francés, Urbain Leverrier, y un inglés, John Couch Adams, analizaron estas
pequeñas desviaciones de las posiciones predichas asumiendo que eran debidas a
la atracción gravitacional de otro, desconocido, planeta. Adams y Leverrier
Trabajan independientemente, y ambos predijeron la presencia de un nuevo
planeta, en sustancialmente el mismo lugar en el cielo.
Tras el descubrimiento de Urano, se observó que las órbitas de Urano, Saturno y Júpiter no se comportaban tal como
predecían las leyes de Kepler y de
Newton. Adams y
Le Verrier, de forma independiente, calcularon la posición de otro
planeta, Neptuno, que encontró Galle, el
23 de septiembre de 1846, a menos de un
grado de la posición calculada por Adams y Le Verrier. Más tarde se
advirtió que Galileo ya había observado Neptuno en 1611,
pero lo había tomado por una estrella.
Neptuno es un planeta dinámico, con manchas que recuerdan
las tempestades de Júpiter. La más grande, la Gran Mancha Oscura, tenía un tamaño
similar al de la Tierra, pero en 1994
desapareció y se ha formado otra. Los vientos más fuertes de cualquier planeta
del Sistema Solar son los de Neptuno.
Neptuno es un planeta muy azulado muy similar a Urano; es ligeramente más pequeño pero su masa es más
densa.

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